
Periodista, Phd. en Comunicación
A más de un año – diciembre de 2014- desde que se iniciara el trámite legislativo del proyecto de ley que moderniza el sistema de relaciones laborales, más difundido como Reforma Laboral, resulta increíble que Shakespeare, sí, el dramaturgo inglés, hubiera escrito un “mensaje” al empresariado. Pero, como todas las generalizaciones llevan a error o injusticia, este “Ser o No Ser” es un llamado a “algunos” empresarios, no todos. Y desde el punto de vista del trámite legislativo, se hace extensivo también a solo “algunos políticos”.
Ser o no ser –to be or not to be-, es la famosa frase que pronuncia Hamlet en la tragedia homónima de Shakespeare. Allí se refiere a la honestidad, soberbia, arrogancia. injusticia y honor, entre otras virtudes que hasta el día de hoy son reconocidas como base o fundamento de una sociedad en democracia. Y como una forma de rendir homenaje a 400 años de su muerte, hemos adaptado el texto del reconocido monólogo a la realidad actual.
Este “Ser o no ser”, pretende ser un llamado a la acción, es decir, que al actuar con sus entornos mediato, inmediato y virtual, tanto empresarios como políticos, lo hagan de manera ética, responsable y solidaria. Aquí se entrelazan los principios de la responsabilidad social o sostenibilidad, la ciencia de la comunicación y las nuevas tecnologías (NTICs):
Ser o no ser socialmente responsable: he aquí el problema del mpresariado y de los políticos y, por tanto, de la sociedad del siglo XXI.
¿Qué es más importante: sufrir los golpes de la insultante fortuna, riqueza o pobreza, o tomar el “toro por las astas”, es decir, asumir la responsabilidad, la ética, la sostenibilidad, la preocupación por los empleados, la ciudadanía, los electores, el entorno y el medio ambiente y haciéndoles frente, es decir, considerándolos, seguir adelante?
¡O morir…, fracasar, dormir, cambiar, seguir; no más! ¡Y pensar que con solo una actitud responsable damos fin al pesar de la quiebra, al desdén de la infidelidad, a la pérdida en una elección, y a los mil naturales conflictos que constituyen la herencia de la irresponsabilidad!
¡He aquí términos devotamente apetecibles: ¡ganar, ganar; enriquecerse, permanecer!… ¡Permanecer!….. ¡Tal vez durar un tiempo en el mercado…! , ¡en el Congreso!, ¡en las instituciones!.
¡Sí ahí está el obstáculo! ¡Porque es forzoso que nos detenga el considerar qué nos puede ocurrir en aquella pesadilla de la quiebra, en la pérdida en las elecciones, el puesto prometido, cuando nos hayamos librado del torbellino del dinero, del poder y de las ganancias!
¡He aquí la reflexión que da existencia tan larga al infortunio de la quiebra o de la pérdida!. Porque ¿quién aguantaría los desdenes de los consumidores, de los electores, de la afrenta de la competencia, las congojas del entorno, la tardanza de la justicia, las insolencias del poder, cuando no se cumplen las leyes o estas se hacen a medida de los intereses de unos pocos, y las vejaciones que el paciente medioambiente recibe del empresariado irresponsable, cuando ellos mismos podrían procurarse su éxito y fidelización de los clientes con una actitud responsable y visión de futuro, a través de la sostenibilidad?
¿Quién querría llevar tan duras cargas si no fuera por temor de algo después del cambio?. Ese temor al cambio confunde nuestra voluntad y nos impulsa a soportar los males que nos afligen, antes de lanzarnos a actuar responsablemente.
Así, la conciencia hace de algunos empresarios y políticos unos cobardes, y los matices de la resolución desmayan bajo los pálidos toques de pensar en la quiebra o el escaño perdido. Pero, ¡silencioooo!. He aquí un actuar responsable que no solo vele por el éxito actual de la empresa y del país, sino por la permanencia en el tiempo, la confianza de la ciudadanía, el respeto por el medioambiente y el bienestar de todos.
Cecilia Burgos Romero
Periodista, Phd. en Comunicación
Publicado en El Mercurio de Valparaíso, el 6 de julio de 2016 .