
Han pasado años desde el desastre minero ocurrido en el desierto de Atacama. Entre agosto y octubre de 2010, El mundo entero fue un doloroso testigo de cómo 33 mineros pasaban 69 días atrapados en un refugio pobremente equipado en las profundidades de la mina San José. Esta posible emergencia había sido advertida. Nadie fue responsable de ello y la nutrida información global hizo famosos a muchos, entre ellos a uno de sus responsables de más alta jerarquía, que luego llegó a optar a la más elevada investidura nacional.
Esta dolorosa tragedia nos mostró, por una parte, el temple y la solidaridad del minero chileno, y por la otra, la irresponsabilidad de las autoridades y los propietarios de la mina. Incluso, se filmó una película. No recuerdo que se haya asignado culpables, aunque, a mi juicio, entre ellos debiera estar el Ministro de Minería de la época; tal como en aquella fatal tragedia, con tantas muertes en la Isla Juan Fernández, debiera estar el entonces Ministro de Defensa, quien también con posterioridad fuera candidato a Presidente.
Y así, hemos llegado a la actualidad. Han pasado varios años. Estamos cansados de sorprendernos de los sucesos de nuestro devenir. Nuestra capacidad de asombro disminuye cada vez más.
Mario Gómez, uno de los famosos 33, nuevamente hace dolorosa noticia. Increíble. No solo por su persona, sino por lo que representa. Presenta una patología pulmonar, persistente aún en los mineros. La “silicosis” que va comprometiendo progresivamente la función pulmonar. Necesita el apoyo permanente de Oxígeno. Su problema –ahora no mediático– se refiere a la falta de balones en una clínica privada y en dos clínicas de mutuales de Copiapó. En ellas le informaron que “no los tenían” disponibles para llevar a su hogar. Nos parece extraño, porque se supone que estas instituciones, que no dependen de la salud estatal, están siempre muy bien suministradas y equipadas,
Mientras escribo estas líneas, Mario se agrava y sufre, junto a su familia, una angustia quizás mucho mayor que la que sufrió en la mina “San José”. Es la angustia de muchos chilenos que viven el día a día con sus enfermedades en las largas listas de espera, la carencia y deficiencia de personales, de insumos y equipos, la falta de especialistas, la incapacidad resolutiva de la atención primaria y sus deficiencias de insumos y equipos y de cada día más elevadísimos precios de medicamentos, mientras se prolongan los trámites de licencias médicas.
Entretanto, empresas privadas, intermediarias de la salud, de clínicas privadas, acusan elevadísimas ganancias y algunos sectores reciben desproporcionados honorarios, salarios y pensiones como funcionarios del Estado.
Créditos de la fotografía: Internet